jueves, 12 de junio de 2014

TEATRINO PARA EL TEATRO MUNICIPAL DE SANTIAGO
Proceso constructivo y reflexiones

El Departamento de Educación del Teatro Municipal de Santiago me encomendó, hace un tiempo, el diseño y construcción de un teatrino para su uso en talleres con niños y jóvenes. Desde el inicio me pareció una idea maravillosa, que se complementaba con mi visión de la educación del arte, basada en la experimentación, que lleva desde la situación lúdica hacia la conciencia y es una invitación al acercamiento y la re significación de paradigmas y del arte en sí.

Antes de continuar, le cuento a quien no sepa, que el término “teatrino” no está presente en el diccionario de la RAE, aunque es una palabra comúnmente usada para referirse a una representación física de teatro a menor escala, y mayoritariamente se vincula a títeres y marionetas. En este caso usaré el término “teatrino” para referirme a una representación a escala de un teatro y sus mecanismos básicos.

Desde un inicio los inconvenientes fueron la premura y la falta de recursos. Tomé el proyecto por motivaciones propias y la sensación de que era un aporte a mi experiencia y la oportunidad de generar una herramienta didáctica que pudiera mostrar sintéticamente los aspectos fundamentales del teatro a la italiana, permitiendo su manipulación, el desarrollo y experimentación con recursos escénicos, en búsqueda de un aprendizaje significativo de los recursos visuales.

El ejercicio en relación al teatro implica valores pedagógicos muy buscados, como el trabajo en equipo, la expresión en búsqueda de identidad y la tolerancia. Además implica un despliegue de capacidades interdisciplinarias. Desde la comprensión e interpretación de un texto a la significación escénica, reflejada en la representación visual; ejercitando también composición y capacidad de representación. El equipamiento teatral involucra algunos conocimientos de matemáticas, física y electricidad.

Este encargo también resultaba una atractiva oportunidad de acercar a jóvenes de diversos contextos a un ícono de la alta cultura en Chile, como lo es el Teatro Municipal de Santiago; por lo que la labor implica una responsabilidad social. No hay que olvidar la ya histórica desigualdad económica que impera en nuestro país, y cómo ésta limita el acceso a cultura de calidad, al depender ésta de operaciones comerciales de difícil acceso.

Fue una muy simpática oportunidad de ligar amores: el diseño teatral y la educación, los  que pude conjugar con mis avances técnicos gracias al ejercicio de la escultura. Era importante entender el proyecto desde estas perspectivas, pues sólo tras comprender el efecto de ilusión, posibilitado principalmente por la cámara oscura y la parrilla, es posible representar el teatro a la italiana. Además de esto, la única existencia de una maqueta a escala del teatro no resolvía de la mejor manera objetivos pedagógicos, ya que el objeto resultante debía ser atractivo, sintético, comprensible, manipulable y resistente.

Junto con poner en ejercicio ideales pedagógicos, tuve que recordar conocimientos propios de mi paso por la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Entre otras cosas, releer algunos libros que juntaban polvo en mis repisas, como: “Decorado y Tramoya” de Javier López de Guereñu y “Escenografía”, de Héctor Calmet.

Gracias al proyecto pude visitar el Teatro Municipal de Santiago. Constaté nuevamente esa bella energía del teatro; de lo vivo, en contraste. Por un lado es magia y por otro truco. Para mí, que disfruto de ambos, tan sólo recorrer el escenario desnudo fue un remezón anímico. Descubrir las potencialidades de la creación visual escénica en los muchos mecanismos fue un verdadero goce. Fue también muy estimulante en mi labor de hacedora, el conversar con los verdaderos entendidos de la máquina teatral: tramoyas y técnicos. Escuchando sus anécdotas se comprende la fidelidad que ellos tienen por su labor; que más allá de la reconocible institución que les acoge, es por amor a la actividad escénica misma, al ser partícipes de la magia del teatro, una máquina activada por muchos hombres, muchas emociones coordinadas que dan vida al efecto en la puesta en escena.

Acá unas imágenes del escenario del Teatro Municipal de Santiago:






Extracto: Propuesta de diseño para la construcción de una adaptación a escala del Teatro Municipal de Santiago para uso educativo. 

Con el fin de generar un modelo representativo y a la vez didáctico para la experimentación y comprensión del funcionamiento de un teatro, tanto desde la visión del público como del tras bambalinas; se propone una simplificación de sus elementos y una implementación funcional de éstos a una escala operativa. Se  pretende una identificación con el Teatro Municipal de Santiago, dada principalmente por la boca del escenario y las características generales del teatro a la italiana.
Se proyecta representar lo visible desde el lugar del público: fragmento de sala, corbata embocadura, telón de boca y espacio escénico. También lo invisible al público: hombros, foro, galerías, parrilla de iluminación y decorados. Se implementaría un sistema de elevación manual que contará con 6 varas, algunas destinadas a iluminación y otras a tramoya. Un control de iluminación para el manejo de luces, con potenciómetros e interruptores. Se habilitarían además aberturas extras para la manipulación del telón de boca, el sistema de elevación y los focos.
La maqueta permitiría el montaje y representación de diversos espectáculos escénicos, con los elementos de afore propios de la cámara oscura: patas y bambalinas. Se permitirán acciones como abrir y cerrar el telón de boca, levantar y bajar varas de iluminación, instalar focos, colocar filtros, levantar y bajar varas de decorados -tanto para montaje como para manipulación en escena-, desarrollar vuelos de objetos de tramoya, operar luces: apagar, encender y manipular la potencia de los focos.
Se propone el uso de la escala 1:16 para compensar la necesidad de manipulación y de representación del espacio escénico original del Teatro Municipal de Santiago, manteniendo algunas de sus medidas y adaptando otras. Se mantiene la medida de la embocadura 12mt de ancho y 8mt de altura,  el ancho de parrilla de 18mt, para posibilitar el afore adecuado. Se reduce el espacio de hombros y foro, y con ello profundidad de la parrilla, sintetizando los mecanismos de elevación y espacios tras bambalinas.
El objeto resultante tendría las siguientes medidas exteriores: 120cm de altura, 120cm de ancho y 52cm de profundidad.
Con la intención de generar un instrumento educativo manipulable y durable se postula el uso de los siguientes materiales básicos: MDF para el revestimiento, perfiles metálicos como refuerzo de estructura interna, madera, metal e hilos de cáñamo para la implementación de mecanismos.

Estos son algunos de los croquis que colaboraron en el desarrollo del diseño del teatrino:





La construcción del teatrino

La construcción del teatrino se concretó durante unos meses del año 2013. Resultó un despliegue de muchos recursos propios, que puso a prueba mi capacidad de autogenerar objetos plásticos con bajo presupuesto. Pude aportar materiales obtenidos a menor costo en el extranjero, herramientas propias obtenidas anteriormente y mi pequeño taller, dentro del departamento en un edificio residencial, para lo que invertí en medidas de resguardo y seguridad, que me han sido útiles y lo serán en el futuro.

En la primera etapa se construyó la estructura. La reducción de la profundidad del escenario se debe a la necesidad de ajustarse a una escala manipulable y el límite espacial impuesto para el almacenaje del objeto resultante. Hubo que realizar tareas de cálculo estructural, dimensionado, soldadura en metal, procesar los tableros de MDF, pulido, pintura, etc. Se generó una estructura metálica que sostiene el piso de escenario, la parrilla de iluminación y tramoya, y que permite la sujeción de los planos de MDF. Puertas en costados, parte posterior y superior para permitir visión y manipulación de todos los elementos  del escenario, así como el cierre lumínico para el uso intencionado de iluminación escénica, cuestión que fue un verdadero logro, pues la institución desde el inicio rehuyó la idea de usar luces, cuestión primordial en el teatro a la italiana. A pesar de la insistencia, la institución no se interesó en representar la apertura del piso del escenario ni las poleas de reenvío en el nivel de foso. Un piso de aleación con acero permite el uso de soportes de acrílico transparente con imanes de neodimio para posicionar figuras de personajes y tramoya.  La terminación final es de esmalte poliuretano opaco, para preservar su condición y no interferir con el efecto de la iluminación.

En la segunda etapa se generó la implementación de mecanismos. Se diseñaron y generaron carretes, poleas, áncoras y pesos para un sistema de elevación de contrapeso de tiro directo para la parrilla; y otro de apertura tipo americana para el telón de boca. El telón fue construido por la artista visual Lilian Castillo Vargas. Se insistió en generar una cámara oscura, constituida por patas, bambalinas y telón de fondo de PVC opaco para lograr el afore, y que sirviera como soporte para la generación de telones pintados, que pudiesen ser lavados tras su uso, atendiendo a una problemática de falta de recursos y conciencia ecológica. Sin embargo, la idea no fue apoyada por la institución, que no vio necesario construir la cámara oscura.

En la tercera etapa se generó el sistema de iluminación. Por seguridad se usó corriente continua de 12V con un transformador de bajo amperaje e iluminación LED. El teatrino contempló entonces un interruptor, luz piloto y fusible en su parte inferior, a modo de control general. Además se instaló un tablero de luces en un costado superior que fuese manipulable tanto con puertas abiertas o cerradas. Cada vara es controlada por un potenciómetro. Los focos se desplazan por la vara de iluminación formada por dos alambres de bronce electrificados a baja potencia. Emulando focos reales, sus soportes les proveen de movilidad en 360 grados, y gracias a anillos de acero y unos pequeños imanes de neodimio, pueden soportar filtros que contribuyan a la atmósfera escénica.

El proceso fue arduo, pero fructífero. En momentos fue necesaria la ayuda de entendidos. Debo agradecer la desinteresada colaboración de mi hermano, Daniel González Lagos y de mi padre, Ricardo González Maier, quienes una vez más fueron un aporte crucial para el desarrollo de mis proyectos, haciendo gala de sus multidisciplinarias capacidades. Gracias a mi amiga y colega Lilian Castillo Vargas, por aceptar la labor de fabricar el telón de boca, a pesar de las limitaciones en tiempo y recursos. También agradezco a mi compañero, Cristian Maturana Salgado, quien además de su amplio apoyo, y a pesar de su distancia profesional, ha tenido que especializarse en toda clase de labores plásticas por mi causa.

Estas son imágenes propias del proceso de construcción:









Teatrino terminado

Una herramienta didáctica para el acercamiento y comprensión del teatro. Un desentrañamiento de la ilusión escénica. Una invitación a niños y jóvenes a la experimentación lúdica y al desarrollo de propuestas visuales.



















Reflexión

Si bien agradezco la oportunidad de recibir este encargo, tengo mis reparos. Como todo proyecto, surgen complicaciones, que en cierto momento agobian, pero a la larga permiten evolución. Por un lado, las propias del diseño y construcción a resolver, que siempre han sido las más estimulantes para mí. Sus límites estaban en los objetivos del contratante, los plazos pactados, las demoras burocráticas, los pocos recursos y el húmedo clima de invierno. Por otro, las propias de la naturaleza de los involucrados: una artista independiente, apasionada y con objetivos propios, resolviendo un proyecto demandante; y una institución cultural de prestigio y notoriedad, pero en constante crisis económica y con una visión comercial que me parece poco activa. Puede sonar arrogante mi crítica, pero no hay que olvidar que los talleres impartidos son remunerados, ya sea por colegios o fundaciones, por lo que este objeto didáctico no era un gasto, sino una inversión.

Aprecio el papel de los límites para por fin decir “terminado”, pero sería bueno que los proyectos culturales en Chile pudiesen gozar de tiempo y recursos en pro de la excelencia, y estas situaciones no colaboren en quitarle dignidad al arte y la educación. Lamentablemente, no hubo por parte del Teatro Municipal de Santiago mayor apoyo ni comprensión sobre la importancia del proceso que permite evolucionar soluciones educativas y técnicas. A pesar de concretar el proyecto según los acuerdos, muchos aspectos son perfectibles, pero no vi mayor interés de parte de la institución por resolverlos.

Lo que más me preocupa es el modo inconsciente en que se podría usar el teatrino. Como es evidente, el desarrollo de un buen material didáctico no hace necesariamente una buena experiencia educativa. Para ello es fundamental el compromiso y la buena formación de los guías, que debieran apasionarse, ahondar y generar buenas estrategias para sacar partido a sus recursos, cosa que según vi en la práctica no sucede. Pero esta crisis es sólo un reflejo de nuestra débil construcción cultural en Chile, que afecta a todo nivel y se convierte en una lápida para futuras generaciones.

Resuenan en mí estas constataciones, creo de gran importancia propiciar estímulos calidad para el adecuado acercamiento del público general al contexto artístico, pero en mi experiencia la educación formal y no formal, en su mayoría, tiende a reproducir esquemas diferenciadores que perpetúan la brecha educativa-cultural. ¿Cómo llegar a mejorar los resultados de los participantes de un contexto sociocultural bajo, cuando en ocasiones los guías aplican a priori un límite enjuiciador y clasista?


El teatrino fue para mí un bello proyecto, en el que vi grandes potencialidades y por el que viví muchas complicaciones. Un proyecto  guiado por la porfía y el amor al arte, literalmente. Hoy entiendo la ganancia de esta experiencia, que  complejiza y humaniza mi visión del problema educativo. Me gustaría algún día ver este objeto didáctico colaborando en el desarrollo de actividades realmente potenciadoras, en que cada involucrado, independiente de su avance cultural, abra una puerta hacia una mejor comprensión del arte y la educación. Pero sé que esta pretensión depende de grandes transformaciones, hoy muy manoseadas retóricamente en Chile, pero no sé si realmente tomadas en serio. Si bien los movimientos sociales, activos desde hace años, han logrado movilizar al poder ejecutivo, haciendo hoy posible una reforma educacional ligada a una tributaria; no ha habido en el país discusión abierta, inclusiva y compleja, que genere verdaderas transformaciones filosóficas en nuestra construcción educativa y por consiguiente en nuestra concepción de desarrollo; lo que resulta preocupante.