TEATRINO PARA EL TEATRO MUNICIPAL DE SANTIAGO
Proceso constructivo y reflexiones
El Departamento de Educación
del Teatro Municipal de Santiago me
encomendó, hace un tiempo, el diseño y construcción de un teatrino para su uso
en talleres con niños y jóvenes. Desde el inicio me pareció una idea
maravillosa, que se complementaba con mi visión de la educación del arte,
basada en la experimentación, que lleva desde la situación lúdica hacia la
conciencia y es una invitación al acercamiento y la re significación de paradigmas
y del arte en sí.
Antes de continuar, le cuento a
quien no sepa, que el término “teatrino” no está presente en el diccionario de la
RAE, aunque es una palabra comúnmente usada para referirse a una representación
física de teatro a menor escala, y mayoritariamente se vincula a títeres y
marionetas. En este caso usaré el término “teatrino” para referirme a una
representación a escala de un teatro y sus mecanismos básicos.
Desde un inicio los inconvenientes
fueron la premura y la falta de recursos. Tomé el proyecto por motivaciones
propias y la sensación de que era un aporte a mi experiencia y la oportunidad
de generar una herramienta didáctica que pudiera mostrar sintéticamente los
aspectos fundamentales del teatro a la italiana, permitiendo su manipulación,
el desarrollo y experimentación con recursos escénicos, en búsqueda de un
aprendizaje significativo de los recursos visuales.
El ejercicio en relación al
teatro implica valores pedagógicos muy buscados, como el trabajo en equipo, la expresión
en búsqueda de identidad y la tolerancia. Además implica un despliegue de
capacidades interdisciplinarias. Desde la comprensión e interpretación de un
texto a la significación escénica, reflejada en la representación visual;
ejercitando también composición y capacidad de representación. El equipamiento
teatral involucra algunos conocimientos de matemáticas, física y electricidad.
Este encargo también resultaba
una atractiva oportunidad de acercar a jóvenes de diversos contextos a un ícono
de la alta cultura en Chile, como lo es el Teatro Municipal de Santiago; por lo
que la labor implica una responsabilidad social. No hay que olvidar la ya
histórica desigualdad económica que impera en nuestro país, y cómo ésta limita
el acceso a cultura de calidad, al depender ésta de operaciones comerciales de difícil
acceso.
Fue una muy simpática
oportunidad de ligar amores: el diseño teatral y la educación, los que pude conjugar con mis avances técnicos
gracias al ejercicio de la escultura. Era importante entender el proyecto
desde estas perspectivas, pues sólo tras comprender el efecto de ilusión, posibilitado
principalmente por la cámara oscura y la parrilla, es posible representar el
teatro a la italiana. Además de esto, la única existencia de una maqueta a
escala del teatro no resolvía de la mejor manera objetivos pedagógicos, ya que el
objeto resultante debía ser atractivo, sintético, comprensible, manipulable y
resistente.
Junto con poner en ejercicio
ideales pedagógicos, tuve que recordar conocimientos propios de mi paso por la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile.
Entre otras cosas, releer algunos libros que juntaban polvo en mis repisas,
como: “Decorado y Tramoya” de Javier López de Guereñu y “Escenografía”, de
Héctor Calmet.
Gracias al proyecto pude
visitar el Teatro Municipal de Santiago. Constaté nuevamente esa bella energía del
teatro; de lo vivo, en contraste. Por un lado es magia y por otro truco. Para
mí, que disfruto de ambos, tan sólo recorrer el escenario desnudo fue un
remezón anímico. Descubrir las potencialidades de la creación visual escénica
en los muchos mecanismos fue un verdadero goce. Fue también muy estimulante en
mi labor de hacedora, el conversar con los verdaderos entendidos de la máquina
teatral: tramoyas y técnicos. Escuchando sus anécdotas se comprende la
fidelidad que ellos tienen por su labor; que más allá de la reconocible institución
que les acoge, es por amor a la actividad escénica misma, al ser partícipes de
la magia del teatro, una máquina activada por muchos hombres, muchas emociones
coordinadas que dan vida al efecto en la puesta en escena.
Acá unas imágenes del escenario del Teatro Municipal de Santiago:
Extracto: Propuesta de diseño para la
construcción de una adaptación a escala del Teatro Municipal de Santiago para
uso educativo.
Con el fin de generar un modelo representativo y a la vez didáctico para la
experimentación y comprensión del funcionamiento de un teatro, tanto desde la
visión del público como del tras bambalinas; se propone una simplificación de
sus elementos y una implementación funcional de éstos a una escala operativa.
Se pretende una identificación con el
Teatro Municipal de Santiago, dada principalmente por la boca del escenario y
las características generales del teatro a la italiana.
Se proyecta representar lo visible desde el lugar del público: fragmento de
sala, corbata embocadura, telón de boca y espacio escénico. También lo
invisible al público: hombros, foro, galerías, parrilla de iluminación y
decorados. Se implementaría un sistema de elevación manual que contará con 6
varas, algunas destinadas a iluminación y otras a tramoya. Un control de
iluminación para el manejo de luces, con potenciómetros e interruptores. Se
habilitarían además aberturas extras para la manipulación del telón de boca, el
sistema de elevación y los focos.
La maqueta permitiría el montaje y representación de diversos espectáculos
escénicos, con los elementos de afore propios de la cámara oscura: patas y
bambalinas. Se permitirán acciones como abrir y cerrar el telón de boca,
levantar y bajar varas de iluminación, instalar focos, colocar filtros,
levantar y bajar varas de decorados -tanto para montaje como para manipulación
en escena-, desarrollar vuelos de objetos de tramoya, operar luces: apagar,
encender y manipular la potencia de los focos.
Se propone el uso de la escala 1:16 para compensar la necesidad de
manipulación y de representación del espacio escénico original del Teatro
Municipal de Santiago, manteniendo algunas de sus medidas y adaptando otras. Se
mantiene la medida de la embocadura 12mt de ancho y 8mt de altura, el ancho de parrilla de 18mt, para
posibilitar el afore adecuado. Se reduce el espacio de hombros y foro, y con
ello profundidad de la parrilla, sintetizando los mecanismos de elevación y
espacios tras bambalinas.
El objeto resultante tendría las siguientes medidas exteriores: 120cm de
altura, 120cm de ancho y 52cm de profundidad.
Con la intención de generar un instrumento educativo manipulable y durable
se postula el uso de los siguientes materiales básicos: MDF para el
revestimiento, perfiles metálicos como refuerzo de estructura interna, madera,
metal e hilos de cáñamo para la implementación de mecanismos.
Estos son algunos de los croquis que colaboraron en el desarrollo del
diseño del teatrino:
La construcción del teatrino
La construcción del teatrino se
concretó durante unos meses del año 2013. Resultó un despliegue de muchos recursos propios, que puso a prueba mi
capacidad de autogenerar objetos plásticos con bajo presupuesto. Pude aportar materiales
obtenidos a menor costo en el extranjero, herramientas propias obtenidas
anteriormente y mi pequeño taller, dentro del departamento en un edificio
residencial, para lo que invertí en medidas de resguardo y seguridad, que me
han sido útiles y lo serán en el futuro.
En la primera etapa se construyó
la estructura. La reducción de la profundidad del escenario se debe a la
necesidad de ajustarse a una escala
manipulable y el límite espacial impuesto para el almacenaje del objeto
resultante. Hubo que realizar tareas de cálculo estructural, dimensionado, soldadura
en metal, procesar los tableros de MDF, pulido, pintura, etc. Se generó una
estructura metálica que sostiene el piso de escenario, la parrilla de
iluminación y tramoya, y que permite la sujeción de los planos de MDF. Puertas
en costados, parte posterior y superior para permitir visión y manipulación de
todos los elementos del escenario, así
como el cierre lumínico para el uso intencionado de iluminación escénica,
cuestión que fue un verdadero logro, pues la institución desde el inicio rehuyó
la idea de usar luces, cuestión primordial en el teatro a la italiana. A pesar
de la insistencia, la institución no se interesó en representar la apertura del
piso del escenario ni las poleas de reenvío en el nivel de foso. Un piso de
aleación con acero permite el uso de soportes de acrílico transparente con
imanes de neodimio para posicionar figuras de personajes y tramoya. La terminación final es de
esmalte poliuretano opaco, para preservar su condición y no interferir con el
efecto de la iluminación.
En la segunda etapa se generó
la implementación de mecanismos. Se diseñaron y generaron carretes, poleas, áncoras
y pesos para un sistema de elevación de contrapeso de tiro directo para la
parrilla; y otro de apertura tipo americana para el telón de boca. El telón fue
construido por la artista visual Lilian Castillo Vargas. Se insistió en generar
una cámara oscura, constituida por patas, bambalinas y telón de fondo de PVC
opaco para lograr el afore, y que sirviera como soporte para la generación de telones
pintados, que pudiesen ser lavados tras su
uso, atendiendo a una problemática de falta de recursos y conciencia ecológica.
Sin embargo, la idea no fue apoyada por la institución, que no vio necesario
construir la cámara oscura.
En la tercera etapa se generó
el sistema de iluminación. Por seguridad se usó corriente continua de 12V con un
transformador de bajo amperaje e iluminación LED. El teatrino contempló
entonces un interruptor, luz piloto y fusible en su parte inferior, a modo de
control general. Además se instaló un tablero de luces en un costado superior que
fuese manipulable tanto con puertas abiertas o cerradas. Cada vara es controlada
por un potenciómetro. Los focos se desplazan por la vara de iluminación formada
por dos alambres de bronce electrificados a baja potencia. Emulando focos
reales, sus soportes les proveen de movilidad en 360 grados, y gracias a
anillos de acero y unos pequeños imanes de neodimio, pueden soportar filtros
que contribuyan a la atmósfera escénica.
El proceso fue arduo, pero
fructífero. En momentos fue necesaria la ayuda de entendidos. Debo agradecer la
desinteresada colaboración de mi hermano, Daniel González Lagos y de mi padre,
Ricardo González Maier, quienes una vez más fueron un aporte crucial para el
desarrollo de mis proyectos, haciendo gala de sus multidisciplinarias
capacidades. Gracias a mi amiga y colega Lilian Castillo Vargas, por aceptar la
labor de fabricar el telón de boca, a pesar de las limitaciones en tiempo y
recursos. También agradezco a mi compañero, Cristian Maturana Salgado, quien
además de su amplio apoyo, y a pesar de su distancia profesional, ha tenido que
especializarse en toda clase de labores plásticas por mi causa.
Estas son imágenes propias del proceso de construcción:
Teatrino terminado
Una herramienta didáctica para el acercamiento y comprensión del
teatro. Un desentrañamiento de la ilusión escénica. Una invitación a niños y jóvenes a la experimentación lúdica y al
desarrollo de propuestas visuales.
Reflexión
Si bien agradezco la
oportunidad de recibir este encargo, tengo mis reparos. Como todo proyecto,
surgen complicaciones, que en cierto momento agobian, pero a la larga permiten
evolución. Por un lado, las propias del diseño y construcción a resolver, que
siempre han sido las más estimulantes para mí. Sus límites estaban en los
objetivos del contratante, los plazos pactados, las demoras burocráticas, los
pocos recursos y el húmedo clima de invierno. Por otro, las propias de la
naturaleza de los involucrados: una artista independiente, apasionada y con
objetivos propios, resolviendo un proyecto demandante; y una institución
cultural de prestigio y notoriedad, pero en constante crisis económica y con
una visión comercial que me parece poco activa. Puede sonar arrogante mi crítica,
pero no hay que olvidar que los talleres impartidos son remunerados, ya sea por
colegios o fundaciones, por lo que este objeto didáctico no era un gasto, sino
una inversión.
Aprecio el papel de los límites
para por fin decir “terminado”, pero sería bueno que los proyectos culturales
en Chile pudiesen gozar de tiempo y recursos en pro de la excelencia, y estas
situaciones no colaboren en quitarle dignidad al arte y la educación. Lamentablemente,
no hubo por parte del Teatro Municipal de Santiago mayor apoyo ni comprensión
sobre la importancia del proceso que permite evolucionar soluciones educativas
y técnicas. A pesar de concretar el proyecto según los acuerdos, muchos
aspectos son perfectibles, pero no vi mayor interés de parte de la institución
por resolverlos.
Lo que más me preocupa es el
modo inconsciente en que se podría usar el teatrino. Como es evidente, el
desarrollo de un buen material didáctico no hace necesariamente una buena
experiencia educativa. Para ello es fundamental el compromiso y la buena
formación de los guías, que debieran apasionarse, ahondar y generar buenas
estrategias para sacar partido a sus recursos, cosa que según vi en la práctica
no sucede. Pero esta crisis es sólo un reflejo de nuestra débil construcción cultural
en Chile, que afecta a todo nivel y se convierte en una lápida para futuras
generaciones.
Resuenan en mí estas
constataciones, creo de gran importancia propiciar estímulos calidad para el
adecuado acercamiento del público general al contexto artístico, pero en mi experiencia
la educación formal y no formal, en su mayoría, tiende a reproducir esquemas diferenciadores
que perpetúan la brecha educativa-cultural. ¿Cómo llegar a mejorar los
resultados de los participantes de un contexto sociocultural bajo, cuando en
ocasiones los guías aplican a priori un límite enjuiciador y clasista?
El teatrino fue para mí un
bello proyecto, en el que vi grandes potencialidades y por el que viví muchas
complicaciones. Un proyecto guiado por la
porfía y el amor al arte, literalmente. Hoy entiendo la ganancia de esta experiencia,
que complejiza y humaniza mi visión del
problema educativo. Me gustaría algún día ver este objeto didáctico colaborando
en el desarrollo de actividades realmente potenciadoras, en que cada involucrado,
independiente de su avance cultural, abra una puerta hacia una mejor
comprensión del arte y la educación. Pero sé que esta pretensión depende de
grandes transformaciones, hoy muy manoseadas retóricamente en Chile, pero no sé
si realmente tomadas en serio. Si bien los movimientos sociales, activos desde
hace años, han logrado movilizar al poder ejecutivo, haciendo hoy posible una
reforma educacional ligada a una tributaria; no ha habido en el país discusión
abierta, inclusiva y compleja, que genere verdaderas transformaciones
filosóficas en nuestra construcción educativa y por consiguiente en nuestra
concepción de desarrollo; lo que resulta preocupante.